El primer derbi madrileño de la temporada ACB entre MTT Estudiantes y Real Madrid se resolvió con la victoria de los blancos por 77 a 88.
Que el resultado no nos engañe: el Madrid, como el propio Plaza reconoció, no hizo un gran partido, pero supo sacar tajada de los continuos fallos de los colegiales para hacer su juego y mantenerse todo el choque por delante en el marcador.
El primer cuarto del Madrid fue explosivo: 32 puntos frente a los 17 de los colegiales. Al final de primer tiempo la diferencia se redujo a 12 puntos, un abismo insalvable para los de Mariano de Pablos.
Al principio del tercer cuarto el esloveno Lorvek dio vidilla al partido poniendo a Estudiantes a 8 puntos del Madrid. Y encima Bullock (18 puntos) se quedó fuera por un golpe en la mano. El Palacio de los Deportes entonces rugió, intentado acongojar a los visitantes, distraerles, desconcentrarles. Pero no funcionó. El último cuarto demostró que todo fue un mero espejismo. Un sueño destrozado a base de aciertos desde la línea de 6,25.
Como dijo Mariano de Pablos, el Madrid ya tiene una identidad y el Estu todavía la está buscando.
A destacar la actuación de Sergio Llull, al que plaza dio la batuta de la orquesta blanca en el último cuarto. Con medio equipo ausente y el otro medio o lesionado (Bullock, Hamilton, Felipe Reyes) o con cuatro faltas, fue al joven catalán al que le tocó tirar del carro. Y lo hizo. Luego el mando volvió a Raúl López (sobresaliente en los últimos minutos) . Pero Llull puede estar contento.
Y Papadopoulus sigue sin convencerme.
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