Koke y Turan celebran el gol con Raúl García / Josep Lago (AFP)
Los rojiblancos dominan la primera parte, pero tras el gol de Raúl García intentan administrar su ventaja echándose atrás
El Atlético de Madrid tentó a la suerte ayer en el estadio de Cornellá-El Prat. Lo hizo como tantas otras veces, en las que el azar dio la espalda a los rojiblancos a pocos minutos para el final. Pero este Atleti, el del Cholo, parece otro. Va segundo en Liga, no conoce la derrota y se ha mostrado solvente tanto en ataque –Falcao es pichichi con siete goles- como en defensa. Pero anoche el Atlético estuvo a punto de revivir sus peores pesadillas. La culpa la tuvo el conservadurismo.Raúl García hizo de Falcao. El delantero colombiano, con una sobrecarga en el abductor, no viajó a Barcelona. Fue el ex de Osasuna el que se encargó de abrir el marcador con un testarazo en el minuto 29. Juanfran se la puso desde la derecha y el navarro certificó el dominio rojiblanco. Un gol que significó dos cosas: por un lado, tres puntos que echan a volar la imaginación de la afición, que ya sueña con terminar con el dupolio Real Madrid-Barcelona. Por otro, que el equipo pasara de dominar el encuentro a darle el balón a los de Pochettino.
Al Atlético le salvó que el Espanyol es un equipo perdido, que pulula por el campo sin ton ni son. Durante la primera parte, los pericos solo tiraron una vez a puerta. A pesar de todo, el colista de primera puso en aprietos a los de Simeone, que se pasaron todo el segundo tiempo metidos en su área, con la esperanza de que alguno de sus hombres más rápidos sentenciara a la contra. Los madrileños tuvieron sus ocasiones en las botas de Adrián y del Cebolla Rodríguez, que sustituyó al lesionado Arda Turan. Pudieron confirmar que este Atlético es otro, que se acabó eso de sufrir. Pero no. Desperdiciaron tres ocasiones, la más clara la del ex del Deportivo de la Coruña, que en una gran jugada individual, dejó rotos al portero Cristian y a Raúl Rodríguez. Hizo lo más difícil. Pero Adrián no es un killer. Ni siquiera un goleador. Es un jugador con magia en los pies que se achanta cuando ve la red. Caño al cancerbero y rechace para el defensa perico. Adrián eligió el palo corto, lo más complicado, el único hueco que estaba tapado. Al otro lado tenía cinco metros de portería vacía. Oportunidad desperdiciada.
El Atlético pasó de poner en evidencia al Espanyol en la primera mitad a darle alas tras el descanso. De dar rienda suelta a ese fútbol que convoca a los aficionados frente al televisor a especular con un resultado que, a medida que pasaban los minutos, parecía más incierto. Dicen que el que perdona, la paga. Es una historia bien conocida para los atléticos. Longo y Stuani pusieron a prueba a Courtois, que no titubeó al verse descubierto. Y es que intento de cerrojazo de sus compañeros fue más bien una puerta entreabierta que el rival aprovechó para colarse hasta la cocina. El partido se convirtió en un tira y afloja, jugadas del Espanyol seguidas de contras del Atlético. Ni lo uno ni lo otro fue suficiente para mover el marcador. Los rojiblancos consiguieron administrar su ventaja y siguen en la estela del Barcelona.
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