El 25% de los compradores extranjeros de inmuebles son rusos y la mitad paga en efectivo
Elena Gross enseña a su cliente Vladimir las vistas de una casa a la venta en Calafell (Tarragona) el 12 de diciembre de 2012. / YAIZA ACOSTA
Vladimir es de Moscú. Le encanta España y le gustaría vivir aquí, en una casa donde pueda plantar un limonero. Mandarinas no, que son de temporada. Un limonero que dé frutos todo el año. Es la segunda vez que hace un tour por la costa catalana para buscar piso. El problema es que en español solo sabe decir buenos días y adiós, y no habla inglés. Solo ruso. Así que ha recurrido a Elena Gross, de la agencia inmobiliaria Europadom, compatriota y encargada de dirigir su búsqueda. Hace una semana le enseñó seis casas cercanas a Calafell (Tarragona) cuyo valor oscila entre los 200.000 y los 700.000 euros.
El mercado ruso es una de las grandes oportunidades de las inmobiliarias españolas para vender los 676.000 pisos que, según datos del Ministerio de Fomento, permanecían vacíos a finales de 2011. Una de cada cuatro casas que se venden a extranjeros corresponden a este colectivo, según dice Ramón Riera, presidente español de FIABCI, organización que agrupa a dos millones de agentes inmobiliarios de todo el mundo. “Esto ocurre desde hace un año”, cuenta. En total, según el Instituto Nacional de Estadística los rusos adquirieron 1.645 casas en España en 2011.
Las zonas que más gustan, por el número de rusos empadronados, son la Costa Brava (17.514), la Costa del Sol (11.445) y la Comunidad Valenciana (14.314). En total hay 57.257 afincados. Por precios, la más cara es la costa catalana y lo más asequible, Torrevieja (Alicante). Apenas se decantan por el interior. Gross, de Europadom, lo explica en tono de broma: “¡En Rusia tienen ciudades, lo que no tienen son playas!”. Barcelona sí les interesa: “Compran con la idea de que sus hijos vengan a estudiar en un futuro”.
Damlex Company es otra inmobiliaria que trata con clientes de países de la antigua Unión Soviética, sobre todo Rusia y Kazajistán. Marina Kostina trabaja en la empresa y dice que los rusos se interesan por España desde 1993: “Los ingleses compran menos, los alemanes ya no compran… así que los que están más a la vista son los rusos”. Julio Rodríguez, economista y experto en vivienda, cree que la mejor situación económica rusa, fruto de los altos precios del petróleo y el gas, es un factor que favorece la compra.
Gross y su socia Olga Otero llevan a Vladimir en coche de una casa a otra. Una vez dentro, el cliente se mueve rápido y le llama la atención que las habitaciones en España sean tan pequeñas. Donde más tiempo permanece es en la terraza de cada vivienda, todas ellas en primera línea de playa, casi tocando la arena. A Vladimir lo que más le gusta de España es el clima, el mar, las flores y que los españoles son muy amigables. Ha elegido la zona de Calafell porque no hay tanta gente, tantos compatriotas como en Salou, donde se aloja.
Según Riera, el presidente de FIABCI, hay dos perfiles de compradores. Por un lado, funcionarios y clase media, que buscan pisos entre 100.000 y 150.000 euros. Por otra parte, empresarios que pueden gastar desde 300.000 euros hasta cantidades superiores al millón. “En principio son casas de segunda residencia, pero algunos empiezan a ver que trasladar aquí a su familia es una opción interesante”, cuenta. Por eso les gusta Cataluña, que dispone de aeropuertos con vuelos directos a Rusia todo el año.
La página web de Europadom muestra fotografías de auténticos palacios de ensueño que cuestan hasta dos millones de euros. “Mucha gente viene con la idea de comprar una casa así. Pero mucha también se echa atrás porque esas viviendas están en la zona alta de Calafell, lejos de la playa”, dice Gross. Al año, su inmobiliaria vende entre 25 y 30 viviendas al colectivo ruso. De esos compradores, “la mitad pagan en efectivo, sin pedir hipoteca”, cuenta la agente. Incluso cuando el desembolso es millonario.
Las empresas usan distintas estrategias para ponerse en contacto con los potenciales compradores. Europadom utiliza una red de colaboradores en Rusia. “Explican por qué una costa es mejor que otra, los precios… Si el cliente está interesado hay que planificar su visita. Reservar el hotel, solicitar el visado. En la mayoría de los casos ir al aeropuerto porque no hablan el idioma y no conocen nada. Y luego ya enseñar las casas”, comenta Gross. En Damlex Company optan “por publicidad en Rusia, en ferias, y por el boca a boca”.
El anuncio del Gobierno de que con la compra de una vivienda valorada en más de 160.000 euros se concederá el permiso de residencia ha llegado a Rusia. “Hay un montón de gente que ya ha preguntado”, dice Gross. Cree que será un incentivo a la hora de convencer a los extranjeros de que deben comprarse una casa en España porque, entre otras cosas, se ahorrarán las dificultades que conlleva conseguir un visado.
El mercado ruso es una de las grandes oportunidades de las inmobiliarias españolas para vender los 676.000 pisos que, según datos del Ministerio de Fomento, permanecían vacíos a finales de 2011. Una de cada cuatro casas que se venden a extranjeros corresponden a este colectivo, según dice Ramón Riera, presidente español de FIABCI, organización que agrupa a dos millones de agentes inmobiliarios de todo el mundo. “Esto ocurre desde hace un año”, cuenta. En total, según el Instituto Nacional de Estadística los rusos adquirieron 1.645 casas en España en 2011.
Las zonas que más gustan, por el número de rusos empadronados, son la Costa Brava (17.514), la Costa del Sol (11.445) y la Comunidad Valenciana (14.314). En total hay 57.257 afincados. Por precios, la más cara es la costa catalana y lo más asequible, Torrevieja (Alicante). Apenas se decantan por el interior. Gross, de Europadom, lo explica en tono de broma: “¡En Rusia tienen ciudades, lo que no tienen son playas!”. Barcelona sí les interesa: “Compran con la idea de que sus hijos vengan a estudiar en un futuro”.
Damlex Company es otra inmobiliaria que trata con clientes de países de la antigua Unión Soviética, sobre todo Rusia y Kazajistán. Marina Kostina trabaja en la empresa y dice que los rusos se interesan por España desde 1993: “Los ingleses compran menos, los alemanes ya no compran… así que los que están más a la vista son los rusos”. Julio Rodríguez, economista y experto en vivienda, cree que la mejor situación económica rusa, fruto de los altos precios del petróleo y el gas, es un factor que favorece la compra.
Gross y su socia Olga Otero llevan a Vladimir en coche de una casa a otra. Una vez dentro, el cliente se mueve rápido y le llama la atención que las habitaciones en España sean tan pequeñas. Donde más tiempo permanece es en la terraza de cada vivienda, todas ellas en primera línea de playa, casi tocando la arena. A Vladimir lo que más le gusta de España es el clima, el mar, las flores y que los españoles son muy amigables. Ha elegido la zona de Calafell porque no hay tanta gente, tantos compatriotas como en Salou, donde se aloja.
Según Riera, el presidente de FIABCI, hay dos perfiles de compradores. Por un lado, funcionarios y clase media, que buscan pisos entre 100.000 y 150.000 euros. Por otra parte, empresarios que pueden gastar desde 300.000 euros hasta cantidades superiores al millón. “En principio son casas de segunda residencia, pero algunos empiezan a ver que trasladar aquí a su familia es una opción interesante”, cuenta. Por eso les gusta Cataluña, que dispone de aeropuertos con vuelos directos a Rusia todo el año.
La página web de Europadom muestra fotografías de auténticos palacios de ensueño que cuestan hasta dos millones de euros. “Mucha gente viene con la idea de comprar una casa así. Pero mucha también se echa atrás porque esas viviendas están en la zona alta de Calafell, lejos de la playa”, dice Gross. Al año, su inmobiliaria vende entre 25 y 30 viviendas al colectivo ruso. De esos compradores, “la mitad pagan en efectivo, sin pedir hipoteca”, cuenta la agente. Incluso cuando el desembolso es millonario.
Las empresas usan distintas estrategias para ponerse en contacto con los potenciales compradores. Europadom utiliza una red de colaboradores en Rusia. “Explican por qué una costa es mejor que otra, los precios… Si el cliente está interesado hay que planificar su visita. Reservar el hotel, solicitar el visado. En la mayoría de los casos ir al aeropuerto porque no hablan el idioma y no conocen nada. Y luego ya enseñar las casas”, comenta Gross. En Damlex Company optan “por publicidad en Rusia, en ferias, y por el boca a boca”.
El anuncio del Gobierno de que con la compra de una vivienda valorada en más de 160.000 euros se concederá el permiso de residencia ha llegado a Rusia. “Hay un montón de gente que ya ha preguntado”, dice Gross. Cree que será un incentivo a la hora de convencer a los extranjeros de que deben comprarse una casa en España porque, entre otras cosas, se ahorrarán las dificultades que conlleva conseguir un visado.
(Publicado en Cábalas, periódico final de Máster El País 2012).
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